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24 de abril de 2019

Aspirar al Oro: la propiedad intelectual y el deporte

Este es el lema del día Mundial de la Propiedad Intelectual de 2019 (26 de abril) y parte del deporte convertido en un referente de valores universales como la excelencia, el respeto y el juego limpio.

El deporte ha pasado a ser una industria que moviliza ingentes cantidades de seguidores y de recursos económicos por todo el mundo y a lo largo de su cadena de valor, pero más allá de las grandes citas mediáticas globales que pueden suponer unos Juegos Olímpicos, un Mundial de Fútbol o una Final Four de la NBA está toda la base deportiva que acaba convirtiéndose en causa y efecto del fenómeno deportivo como tal y donde una no se entendería sin la otra. Es impensable imaginar el seguimiento y complicidad que generan a nivel mundial muchas prácticas deportivas sin el impacto decisorio de estos grandes hitos deportivos y sus competiciones. Es un movimiento bidireccional que en último término se ha visto favorecido de manera exponencial por el desarrollo de los medios de telecomunicación con las diferentes alternativas digitales de difusión de contenidos del nuevo milenio. Si ahora mismo hay un hecho de alcance indudablemente universal es el deportivo.

Los derechos de propiedad intelectual juegan, nunca mejor dicho, un papel decisivo en la tutela y salvaguarda de una buena parte de las transacciones económicas que se generan alrededor del deporte. Las marcas de los diferentes fabricantes, los clubs deportivos, los diseños de las competiciones, los derechos de imagen de los deportistas o los innumerables desarrollos tecnológicos del sector, son algunos ejemplos de activos intangibles que generan valor y aportan los recursos necesarios para organizar grandes eventos deportivos, que a su vez también conllevan nada despreciables inversiones en otros ámbitos de la sociedad y la economía. Este valor no se limita sólo al ámbito del titular del derecho afectado, sino también a los terceros que, de una u otra manera, terminan llevando a cabo actos de explotación de las modalidades de intangibles antes mencionadas. Sería el caso de los sponsors o patrocinadores de los eventos, las entidades de difusión de las señales o los licenciatarios que exploten derechos de PI en productos o prestaciones relacionadas con la competición en sí; el caso más paradigmático sería el del merchandising. Hay que tener presente que el deporte de alto nivel por sí solo ya representa una fuente muy importante de innovación dado que es un mercado muy intenso de tecnología, prueba de ello es que los principales indicadores comparados muestran un incremento de más del 100 % en el número de patentes del ámbito deportivo durante el decenio 2007 a 2017.

La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual ha querido poner de la mano el deporte y la innovación para la campaña de este año sobre la base de un rasgo común en los dos ámbitos: el espíritu constante de superación, valor universal imprescindible y sobre el que se fundamenta la continua voluntad de mejora de nuestra sociedad. El esfuerzo sin reconocimiento pierde una buena parte de su sentido y es, precisamente sobre este punto, donde los activos intangibles refuerzan esta creación de valor que se deriva de todo el ciclo de actividad deportiva.

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