Cuando se constituye una start-up hay decenas de frentes a los que atender. Esto provoca que, en ocasiones, se deje un poco de lado un aspecto que a medio plazo se convierte en esencial: la estrategia de protección de la esencia innovadora de la empresa. Cuando hablamos de esta esencia, nos referimos a intangibles de propiedad intelectual básicos como la marca, los secretos empresariales, los diseños o las patentes.
Si nos centramos en la marca, hablamos del signo distintivo por excelencia, que identifica y condensa el esfuerzo empresarial por diferenciarse de la competencia. Blindar una marca con una correcta protección resulta especialmente importante para las start-ups debido a que son un perfil de empresa particularmente sensible a la hora de lograr un buen posicionamiento de marca y a las garantías que los posibles inversores suelen exigir. Sin embargo, al no ser obligatorio registrar la marca para poder usarla, el trámite del registro queda pospuesto, en muchas ocasiones, a una fase posterior, que a veces ni llega. Cuando eso ocurre, difícilmente se tiene en cuenta que sólo mediante el registro se otorga al titular el derecho exclusivo de uso y la prohibición a terceros de hacerlo.
Mucho más que proteger un nombre
Registrando una marca no sólo protegemos el nombre del negocio frente a terceros. La marca como activo intangible también tiene un valor patrimonial que, en un momento dado, podría ser cedida o dada en garantía. Es decir, registrar la marca y tener un control sobre su uso no es únicamente una manera de defenderse o evitar conflictos, sino que supone una inversión en un activo que puede monetizarse. Además, la actual Ley de Marcas permite muchas opciones a la hora de registrar una marca, pues es posible incluir una gran variedad de signos, desde sonidos, patrones a movimientos.
Es importante también, tener en cuenta el ámbito de actuación que tendrá la empresa, pues la estrategia de protección para la marca variará según las zonas geográficas afectadas.
Y dentro de la estrategia de protección, también entra la vigilancia de la marca una vez se ha registrado. La defensa de un signo registrado depende de su titular, que acarrea con el deber de monitorizar que no se registran marcas idénticas o similares a la suya en su mercado principal y, en su caso, tomar acciones para evitarlo. Aunque puede parecer algo que no ocurra con asiduidad, la realidad es que es algo más habitual de lo que muchos desearían. Sin ir más lejos, es un conflicto con el que se ha encontrado Rolex recientemente frente a Oyster & Pop, a quien pide cambiar toda la marca porque su nombre se parece mucho al de uno de sus productos: el Oyster Perpetual.
En PONTI & PARTNERS presentamos asesoramiento a las start-ups y empresas emergentes que se preocupan por sus activos intangibles y participamos de la estrategia de protección de su innovación.
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