Todo empresario aspira a que su marca deje un legado, que se recuerde con el paso del tiempo y mantenga su valor. Hace no mucho, Cristina Margalef, abogada experta en propiedad industrial e intelectual de PONTI & PARTNERS, indicaba en su artículo que el viaje de crear una marca y sacarla adelante era un poco parecido a la paternidad: «ambas implican planificación, constancia, compromiso a largo plazo – diría que de por vida -, así como capacidad de adaptación al cambio».
Una de las claves para conseguir que la marca deje huella en la memoria del consumidor es la capacidad que tenga de adaptarse. Capacidad que comparten aquellas marcas que han adquirido un aura de eternidad, porque nos llevan acompañando en nuestro día a día prácticamente desde que tenemos uso de razón.
Hablamos de marcas que cuentan con el factor nostalgia a su favor, cuyos consumidores escogen porque asocian esos signos a experiencias emocionales positivas. Marcas míticas como “Anís del Mono”, “Huesitos”, “Churruca” o “Playmobil”, por poner algunos ejemplos de diferentes generaciones. Son marcas que han sido grandes referentes y que, gracias a su largo recorrido, tienen la capacidad de conectar con varias generaciones al mismo tiempo.
Vigilancia e innovación para adaptarse a los nuevos tiempos
Sin embargo, pese a contar con esa gran ventaja a la que hacíamos mención, muchas marcas míticas han acabado por desaparecer o se encuentran en serios problemas. Son diversos los factores que pueden llevar a ese final. Uno suele destacar sobremanera: la incapacidad para adaptarse a los nuevos desafíos del presente y las nuevas preferencias de los consumidores.
¿Ejemplos? Hoy en día, los consumidores reclaman a las empresas y marcas tener una conciencia medioambiental, tratar de usar materiales y procesos más sostenibles. También buscan marcas que den uso a los avances tecnológicos que van surgiendo, que sepan ofrecerles nuevos y mejores materiales o que comprendan las nuevas tendencias que aparecen en el mercado. La incapacidad para adaptarse a esto podría provocar un declive en la imagen y reputación.
Hay dos acciones que suelen ser básicas para una estrategia ganadora a largo plazo: apostar por la innovación y por una vigilancia de la competencia. La primera, básicamente, da soluciones. Por ejemplo, ayuda a diseñar un packaging que mantenga toda la historia de la marca, pero creado con materiales biodegradables. La innovación permite adelantarse a la competencia, posicionarse en el mercado y por ello es importante blindarse con una buena protección que asegure la exclusividad de explotar esa ventaja diferencial.
La vigilancia, aunque no parezca tan relevante, es esencial para integrar una buena estrategia de I+D. Indica la dirección a la que apuntar para seguir tendencias, evitando la inversión en proyectos no rentables por estar ya patentados.
En PONTI & PARTNERS podemos ayudaros a que vuestra marca deje ese legado histórico al que todas aspiran. Contactad con nosotros a través del correo ponti@ponti.pro o llamando al 934 87 49 36 y juntos trazaremos la mejor estrategia.