Tal y como ya avanzábamos al analizar el estudio Trade in Counterfeit Pharmaceutical Products publicado a principios de año por la OCEDE y EUIPO, el mercado ilícito de las falsificaciones de medicamentos se elevó a los 4.000 millones de euros en 2016.
Este fenómeno no solo pone en riesgo las inversiones en I+D de los legítimos titulares de los derechos de propiedad industrial objeto de infracción, si no también miles de puestos de trabajo en esta industria. A su vez, constituye una grave amenaza para la salud pública y la seguridad de los consumidores.
El mencionado estudio pone de relieve como las organizaciones criminales aprovechan las vulnerabilidades de la cadena de valor de suministro de este tipo de productos, como los distribuidores de segundo nivel, la extensión de las zonas francas o el auge del comercio electrónico para introducir productos falsos en este lucrativo mercado.
Con la crisis de la Covid-19 se ha originado una fuerte demanda mundial en la provisión de equipamiento médico, desinfectantes y medicamentos, sometiendo a una gran presión y vulnerabilidad a las cadenas habituales de suministros de estos productos, que han tenido que movilizarse en cortos periodos de tiempo.
Como consecuencia de este estado de urgencia global, los procesos habituales de control de calidad, origen y costes de los mismos se han visto comprometidos, escenario que ha propiciado una gran oportunidad para que las organizaciones criminales introduzcan productos falsificados, poniendo de nuevo en grave riesgo a la población mundial amenazada por la pandemia y agravando la situación de crisis económica.
Así lo confirma el reciente informe de Europol Viral Marketing, counterfeits, substandard goods and intellectual property crime in the COVID-19 pandemic, que pone de relieve como los falsificadores han adaptado de manera veloz su catálogo de productos ilícitos a la demanda provocada por la crisis sanitaria, aprovechando el estado de temor y ansiedad de los ciudadanos por su salud.
Dicho estudio no solo pone el acento en la importancia de perseguir y detener a estas organizaciones criminales sino también en la de advertir e informar a los ciudadanos sobre los riesgos que corren al adquirir y usar dichos productos ilícitos.
Así, entre los productos para evitar el contagio por Covid-19 afectados por las falsificaciones se incluyen las máscaras faciales, guantes de látex, kits de test, geles, alcoholes y desinfectantes. También medicamentos para combatir el virus como vacunas o antivirales.
El estudio destaca éxitos operacionales de las autoridades francesas, con el cierre de varias páginas web desde las que se comercializaban test de análisis de sangre falsos, y de la unidad de fraude de la policía rumana que confiscó casi 2.000 mascaras faciales que no cumplían con los estándares de seguridad.
Internet y las redes sociales han sido de nuevo una plataforma de distribución para estos productos falsos que tienen como origen territorios como China e India, llegando a la Unión Europea a través de transporte aéreo y marítimo. El estudio también apunta la identificación en la Unión Europa de laboratorios ilegales capaces de producir medicamentos sintéticos a gran escala.
Por último, la alimentación y los suplementos vitamínicos tampoco han escapado al fenómeno de la falsificación durante la crisis del coronavirus, detectándose el envío de productos ilícitos desde China, Hong-Kong, Brasil e incluso desde algunos países europeos como Alemania, Suecia y el Reino Unido.
Artículo de Josep Maria Pujals.