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Manual de buenas prácticas

EL PROTOCOLO DE PROPIEDAD INDUSTRIAL

Cuidar los activos de propiedad industrial es preservar y contribuir a la creación de valor empresarial. Las buenas prácticas en propiedad industrial son un protocolo de gestión integral de la propiedad industrial que permite optimizar la protección, mantenimiento, explotación y control de todos los activos intangibles que posee el titular.

 

Su objetivo es doble: por un lado, agilizar los procesos de gestión interna y la toma de decisiones del titular en todo lo que afecte a sus activos intangibles, de manera que estas se adopten atendiendo siempre a la mejor salvaguarda de los mismos y con la máxima racionalidad posible; por otro, que esa sistematización facilite el aprovechamiento de todo el potencial en la explotación de la cartera de propiedad industrial.

 

La publicación o divulgación de una invención antes de patentarla, la comercialización de productos o servicios sin el registro de su marca o la publicitación de diseños industriales sin garantizar su adecuada cobertura jurídica son solo algunos ejemplos de conductas u omisiones que el titular debe tener muy en cuenta en su quehacer empresarial si no quiere hipotecar todo el esfuerzo invertido en la creación de ese activo.

No basta solo con saber qué se quiere o puede proteger, cuándo y dónde hacerlo; tan importante o más es identificar también aquello que queda excluido de protección como marca, patente, diseño o derecho de autor, y que esa decisión no perjudique los intereses económicos del titular.

 

En el desarrollo e implantación de este protocolo de propiedad industrial, nuestro equipo de profesionales colabora de manera conjunta con el cliente, para conocer su organización, definir sus necesidades, la sensibilidad que puede tener ante determinados activos y las perspectivas de futuro de su actividad. La última fase del proyecto se completa con una formación in-company al cliente para que todo el equipo interno involucrado en los diferentes aspectos de los derechos de propiedad industrial se familiarice con las directrices prácticas y su proceso de implantación.

 

Al final, el cliente tendrá la seguridad de que sus activos intangibles están protegidos en su justa medida y de que ha maximizado el valor que estos aportan a su actividad empresarial.

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